Apareciste en mi vida porque hubo de ser así, porque tú has hecho historia y era necesario hablar de ti.
Leí tan sólo seis párrafos del libro que dejaste para las futuras generaciones y enseguida comencé a hacerme una pregunta.
Primero tuve una sensación de sorpresa, o más bien de shock. No creía lo que estaba leyendo, aquello era producto de un descabellado o aquello era mentira.
La pregunta que bullía era cómo llegar a ti. Entonces, al releerte varias veces, intenté traspasarte; intenté penetrar en tu psique para comprenderte e inclusive para comprender por qué habías hecho todo aquello.
No pude; no hubo manera de derribar los muros que tú habías construido a tu alrededor.
Lo que se me ha confirmado es que no hay humanos superiores ni inferiores y que la vida vale mucho más de lo que yo ya pensaba.
Tú me has enseñado cómo completar mi comportamiento, cómo sentirme más persona, qué debía hacer para ser mejor persona.
Ahora, después de mi lucha por conocerte tan sólo tengo una respuesta.
Es esta:
Te olvidaré.